Prácticas basadas en la evidencia científica en Autismo

Con la llegada de la Neurociencia al ámbito de la educación es difícil no plantearse si las prácticas llevadas a cabo con el alumnado dentro del espectro autista son las más adecuadas y, sobre todo, si estas prácticas tienen fundamento científico.

Evidence-Based Practices for Children, Youth, and Young Adults with Autism, nos ofrece una revisión exhaustiva de las prácticas basadas en la evidencia para niños, jóvenes y adultos jóvenes con autismo. Es la tercera versión de una revisión sistemática de la literatura sobre intervenciones, ampliando la cobertura a artículos publicados entre 1990 y 2017.

El objetivo principal del informe es identificar y describir prácticas que tienen una clara evidencia de efectos positivos en personas autistas. Para lograr esto, el equipo de investigación siguió una metodología rigurosa en cuatro fases: identificación, selección, evaluación de calidad y extracción de datos. Se realizaron búsquedas en nueve bases de datos que representan una amplia gama de disciplinas, incluyendo PubMed y Web of Science. Se utilizaron criterios de inclusión y exclusión específicos para seleccionar los estudios relevantes.

Un aspecto crucial de esta revisión fue la inclusión de estudios de diseño de caso único y de diseño de grupos, lo que permitió un análisis más completo de la eficacia de las prácticas de intervención. Un equipo nacional de revisores externos, capacitados en la metodología de investigación, evaluó la calidad de cada artículo.

Los resultados de la revisión identificaron 28 prácticas basadas en la evidencia (EBP). Estas EBP, junto con sus definiciones abreviadas y el número de artículos que respaldan su base de evidencia, se detallan en la Tabla 3.1. El informe también destaca la aparición de intervenciones manualizadas que cumplen con los criterios de EBP, denominadas Intervenciones Manualizadas que Cumplen con los Criterios (MIMC).

Además, subraya la importancia de trasladar la información sobre las EBP a procedimientos fáciles de usar para los profesionales.

Finalmente, el informe reconoce las limitaciones de la revisión, incluyendo el posible sesgo de publicación y la exclusión de estudios con resultados nulos. También se sugieren áreas para futuras investigaciones, como la necesidad de un proceso continuo de síntesis de la investigación. En general, este informe ofrece una valiosa contribución al campo de las intervenciones para el autismo al proporcionar una guía completa de las prácticas basadas en la evidencia.

Mi aportación personal sobre el informe es que la mayoría de estas prácticas están fundamentadas en el conductismo, es por ello por lo que ha sido posible medirlas de una u otra manera y poder cuantificarlas. Que otras prácticas de carácter más constructivista no queden recogidas no significan que no sean óptimas, significa que aún no están amparadas por la evidencia científica, es posible que esto se de porque su medición y comprobación no se puedan llevar a cabo de forma cuantitativa sino cualitativa, y, este tipo de estudios, por desgracia, no suelen recibir tanta inversión ni visibilidad.

Prácticas basadas en la evidencia

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